10/5/09

Jorge Gonzalez Presentó su libro Comunidades Preventivas y valores armas para: DERROTAR LA INSEGURIDAD.- El mismo fué declarado de interes municipal, por el municipio de Tres Arroyos.-
La Inseguridad en mayor o menor medida la padecemos todos, y la solución también debe ser un compromiso de todos, ya que debemos ejercer de la misma manera como integrantes de una sociedad civilizada, tanto nuestros derechos como nuestros deberes, por lo que al reclamo justo, debemos sumarle nuestro deber de comprometernos desde el lugar que nos sea posible.- Las comunidades preventivas serán formadas por grupos de lideres comprometidos y convencidos que así como el individualismo feroz que hemos practicado en los últimos tiempos tiene mucho que ver con éste oscuro presente. El unirnos a través de éste programa será la luz que encienda la esperanza de un País más justo y seguro para todos.-

LOS TEMAS TRATADOS SON:

1)LA PREVENCIÓN
2)COMUNIDADES PREVENTIVAS
3)DERROTAR LA POBREZA PARA GANAR LA PAZ
4)POR QUE LOS CHICOS EN LA CALLE
5) LOS MENORES Y LA LEY PENAL,
6) PADRES – HIJOS –TIEMPOS DIFICILES
7) VIVIR CON VALORES
8) VALORES “LA ÉTICA”,
9) DEBERES Y DERECHOS,
10) UN ARMA PODEROSA,
11) REFLEXION FINAL.-
Para adquirir este libro: Librerias Lumi y Quintela Ts.As. valor $20, para concertar charlas explicativas sobre el contenido del mismo a través de su autor. Comunicarse a:
jorgeoscargonzalez@yahoo.com.ar TE 02983 – 422034 – 15566914


INTRODUCCION:
Este es un libro escrito bajo el influjo de la bronca y también y sobre todo de la esperanza. Bronca por esta crisis de inseguridad que vive nuestro país que en mayor o menor medida nos golpea a todos y esperanza por que creo ver, a veces de modo imperceptible, luces en la oscuridad, seres que a través de sus conductas responsables, nos muestran que estamos a tiempo de encontrar un camino, que nos permita vincularnos con lo mejor de nosotros y de los otros, para marchar juntos en busca de una argentina y una vida mejor para todos. BIEN VALE PUNTUALIZAR QUE ESTE TRABAJO NO APUNTA A LA PROBLEMÁTICA DE UNA CIUDAD O PROVINCIA EN ESPECIAL, está basado en la convicción de que una de las armas a utilizar para ganarle a estas crisis, es la participación comunitaria en prevención del delito, que ha tomado un lugar central en las políticas públicas de seguridad en América Latina. Esta situación se presenta principalmente por la fuerte tendencia de crecimiento de los delitos denunciados, la violencia utilizada en ellos, el temor ciudadano, y la aparente dificultad gubernamental para enfrentar dichas problemáticas, esta dificultad se puede centrar en las diferencias de la acción del delito de acuerdo a la provincias, zonas, ciudades del país que estemos hablando. Las preocupaciones y sensaciones en mayor o menor medida son similares pero la forma en que se desarrolla y las medidas que se necesitan para contrarrestarla son y deben ser muy diferentes. En este sentido, las políticas de participación buscan concitar apoyo ciudadano e incrementar la legitimidad de las instituciones encargadas del control y de la prevención de la criminalidad. En este contexto se han replanteado los pilares de las políticas públicas dirigidas a reducir el delito, los que por cierto incluyen la relación entre la policía y la comunidad. En este contexto, la comunidad ha adquirido un mayor papel en las políticas dirigidas a disminuir la violencia y la criminalidad. Como consecuencia de ello, se presenta en el plano discursivo un cambio del paradigma de la seguridad publica, hacia la seguridad democrática o seguridad ciudadana, lo que en la practica se ha traducido en la búsqueda de mayor participación comunitaria en las políticas de seguridad y de mejorar la relación con la policía. Estoy convencido que una política de prevención comunitaria es imprescindible para generar un corte con la tendencia critica actual. Sin embargo, para tener éxito en este camino hay grandes temáticas que deben ser consideradas. En primer termino, una total disposición y un alto compromiso en lo profesional y moral de la estructura policial que acompañe el creciente rol de la comunidad en la prevención. Luego, la necesidad de una mayor integración y coordinación entre los organismos públicos dedicados a las temáticas, así como con aquellos que están involucrados en temas afines. En tercer lugar es imperativo ampliar el rol de la comunidad, convirtiéndola en parte importante de las acciones preventivas locales y por ende dándole mayores posibilidades para proponer alternativas de solución a temáticas especificas. Finalmente, los puntos anteriores solo se podrán lograr si se consolida el rol activo de los gobiernos locales de cada lugar, quienes serán los máximos responsables del desarrollo del programa prevención comunitaria, por lo que deberán hacer todos los aportes que sean necesarios para el funcionamiento del mismo, no solo en los gastos materiales, sino también con sus profesionales, que serán fuentes de consulta y guía para los grupos de trabajo, más la designación de un cordinador, que esté en la organización, desarrollo y concreción del programa. Para ganar esta batalla también es imprescindible recuperar los valores. No tiene que resultarnos incomodo, ni debemos sentir temor de ser tildados de reiterativos cuando sostenemos, con total convicción, que es necesario iniciar una cruzada a favor de la recuperación de los valores de nuestra sociedad. Es inmensa la mayoría que percibe con acierto que el país vive una crisis general de valores en la familia, en la sociedad, en la política, en la cultura. Hoy los valores se respetan cada ves menos. Se privilegia la audacia y no la inteligencia. Se desalienta el esfuerzo del trabajo al premiarse más el favor. Se prefiere la materia al espíritu, se postergan la educación y la cultura, siendo su espacio desplazado por las muchas veces deformante televisión.
En realidad, sin valores la sociedad queda amenazada de extinción, la niñez queda expuesta, los jóvenes se desorientan, las familias se deshacen y la sociedad se vuelve corrupta. En las últimas décadas las dirigencias económicas, políticas, sociales, gremiales, culturales, militares, y hasta religiosas han sufrido, por acción u omisión, una subversión de los valores que siempre las distinguieron. Es como si el país hubiese perdido el norte, y con ello la serenidad y el criterio para juzgar. Nos hemos deslizado a una situación en la que vidas, honras y prestigios son destruidos sin piedad, la corrupción generalizada, carreras profesionales truncadas, vida familiar perturbada, enfrentamientos inútiles, desazón general y juventud desesperanzada son parte de la cosecha que estamos obteniendo por la perdida lenta, pero constante, de los valores mas elementales. Hoy se impone la necesidad de recuperar nuestros valores cívicos, culturales, éticos y morales, religiosos y sociales. Aunque haya cosas que cambian con el tiempo o encuentran su expresión de modos diversos, conforme a las circunstancias, los valores en si mismo son eternos, y la preservación, así sea de uno solo, propicia la conservación de los demás. Por ello, cualquier acción, por mínimo que parezca, que cada quien llega a efectuar, constituirá un aporte efectivo en pos de la recuperación. La practica de la honestidad, del respeto por la palabra empeñada, de la solidaridad, de la cortesía y la cordialidad, de la vida en familia, el cuidado por cumplir las propias obligaciones religiosas, la lealtad, el respeto a la autoridad, el estricto acatamiento a la ley y tantos otros modos de actuar con rectitud deberían ser las prácticas comunes. Y pueden serlo si todos nos proponemos, desde la posición que tengamos, tan solo comenzar a intentarlo, meditar sobre ello, reparar en los benéficos efectos que la recuperación de los valores tendría en el cumplimiento de las propias metas individuales y en la prosperidad tanto individual como colectiva, así como en sus efectos sobre la paz social, es hoy por hoy una necesidad, si queremos construir un país mas grande, justo y solidario, debemos resolver nuestra crisis de valores, caso contrario seguiremos viviendo en un País donde: “Es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador”, en el que “todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”.
Que nos pasó? Podemos cambiar? Se le puede ganar a esta crisis? Confío en que el contenido de este libro, no solo te ayude a encontrar las respuestas a estas preguntas, sino que también accione en ti, los deseos de formar parte de los líderes que se necesitan para el gran cambio.-